En anteriores posts hemos abordado cuáles eran las condiciones de salud y autocuidado de los profesionales sanitarios, partiendo de los datos publicados por la Fundació Galatea. Tanto los médicos como los enfermeros mostraron un riesgo incrementado, en comparación con otros profesionales, de padecer problemas afectivos y ansiosos lo que, entre otros motivos, podría estar en relación con las condiciones en que ejercen su trabajo como con la dificultad de gestionar el binomio trabajo-vida personal. Es común en ambos colectivos, la tendencia a demorar la petición de ayuda en aras de mantener el desempeño profesional, incluso aunque haya malestar psico-físico.
Desde finales de 2015, el Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya forma parte del patronato de la Fundació Galatea y tiene su propio programa asistencial (denominado PSYQUE) para atender a los psicólogos colegiados que tienen problemas relacionados con la salud mental y/o las adicciones. Precisamente, para conocer cómo eran las condiciones de salud, socio-demográficas y laborales de dichos profesionales en Cataluña, la Fundació Galatea llevó a cabo un estudio, con un diseño similar al desarrollado con otros profesionales sanitarios. Los resultados de dicha encuesta se publicaron en noviembre del año pasado.
Téngase en cuenta que algo más del 80% de los psicólogos colegiados en Cataluña son mujeres y que la franja de edad media es 47,3 años para los hombres y 42,4 para las mujeres. La muestra, que contaba con 1.115 encuestas válidas, presentaba características parejas. Además de la feminización del colectivo estudiado, la mayoría ejercen por cuenta propia en consultas privadas en las que desarrollan tareas asistenciales. No obstante, cabe señalar una tendencia a la progresiva implantación del ejercicio profesional en entornos como la sanidad pública o concertada.
Lo llamativo de la encuesta, a diferencia de lo observado en cuanto a médicos y enfermeros, es que su estado de salud es equivalente al de la población general de su mismo nivel socio-económico y edad. Y, aunque las condiciones en las que desempeñan su trabajo son mejorables, no se observa mayor de riesgo psicosocial y/o de síndrome de desgaste profesional (o burnout). Mayores niveles de malestar se observan entre quienes están comenzando su andadura profesional o en quienes trabajan por cuenta ajena y están sujetos a contratos precarios o inestables. El estudio estima que el 21,8% de los psicólogos están en riesgo de desarrollar problemas de salud mental, siendo el riesgo algo superior en hombres que en mujeres. Estas cifras son similares a las observadas en médicos, pediatras y/u odontólogos.
En cuanto al cuidado de sí mismos, la mayoría refiere hacer ejercicio físico con regularidad, respetar las horas necesarias de sueño y cuenta con un médico de cabecera de referencia. La autoadministración de medicamentos es superior a la de la población general (73,9% en psicólogos vs. 54% población general del mismo nivel socio-económico y edad). Los medicamentos consumidos con más frecuencia sin prescripción o consejo médico son las vitaminas o minerales y/o los analgésicos. Aún así, el consumo diario de tabaco es de 16,4% en las mujeres (frente al 20,5% de la población general de su mismo estatus y edad) y de 23,6% en hombres, algo superior al de los hombres en población general (21,5%). En todo caso, estas cifras son superiores a las observadas en otros profesionales de la salud.
Por lo que respecta al consumo de alcohol y drogas, un 8% presenta niveles de consumo de alcohol que pueden afectar a su salud y el 54,9% reconoce haber tomado alguna droga legal (benzodiacepinas) o ilegal (cannabis, anfetaminas, estimulantes o ácido, cocaína y/o heroína) en algún momento en su vida pero sólo el 11,2 % reconocía consumo en los últimos 30 días (8,1% sedantes y 4,3% cannabis). Estas cifras no difieren considerablemente de lo observado en la población general del mismo nivel socio-económico y edad.
Para concluir, los resultados de dicho estudio deben ser tenidos en cuenta a la hora de diseñar acciones estratégicas encaminadas a mejorar las condiciones de salud de dicho colectivo pero también deberían ayudar a conocer qué factores hacen que algunos indicadores relacionados con el cuidado de sí mismos son mejores que los de otros profesionales sanitarios.
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