En un reciente post presentábamos los principales hallazgos del estudio llevado a cabo por la Fundación Galatea, merced a un convenio de colaboración con IESE, la Fundación Institut d’Economia Barcelona y el Colegio de Médicos de Barcelona (CoMB), sobre el impacto de la COVID-19 en profesionales de la salud de Cataluña. Este estudio se ha ampliado a los médicos del resto de España, gracias al patrocinio de la Fundación Protección Social de la Organización Médica Colegial (OMC) y a Mutual Médica. Nos centramos, entonces, en los resultados de los médicos y médicas de Cataluña.
Si consideramos el global del estudio, se obtuvieron un total de 4.145 encuestas. La gran mayoría de los profesionales trabaja en el ámbito asistencial. Lo hacían predominantemente en el sector público o concertado los médicos, las enfermeras y las trabajadoras sociales, que son mayoritariamente asalariados principalmente de carácter fijo (funcionarios o asalariados). Sin embargo, también hay un grado de temporalidad importante que afecta a uno de cada cinco médicos, además de a una cuarta parte de las enfermeras y a casi una tercera parte de las trabajadoras sociales. Los farmacéuticos, los veterinarios y los psicólogos trabajan principalmente en el sector privado: los odontólogos como trabajadores por cuenta propia y los farmacéuticos y los veterinarios, mitad asalariados y mitad por cuenta propia. Si atendemos al número de horas trabajadas durante la primera oleada de la COVID-19, los profesionales que han sufrido una mayor sobrecarga de trabajo son las enfermeras (45,2 horas semanales de media), los médicos (44,7) y los farmacéuticos (43,6). Estos dos últimos grupos mantienen, además, un número de horas de trabajo semanales superior a las 40 horas una vez superada la primera oleada de la COVID-19.
Los resultados más relevantes del estudio son:
- En todos los profesionales de la salud, se observó un empeoramiento notable del estado de salud autopercibido y de la sensación de agotamiento durante la primera ola de la pandemia (coincidente con el estado de alarma) que no se acabó de revertir durante el verano. La única excepción a este patrón son los odontólogos, que en algunos indicadores de salud presentan un empeoramiento después de los meses de mayor incidencia de la COVID-19, ya que fue tras el estado de alarma cuando muchos retomaron su actividad profesional. Los profesionales de la salud con peores resultados en diversos indicadores de bienestar y salud fueron, por este orden, los de enfermería, medicina, trabajo social y, a mayor distancia, farmacia.
- En todos ellos, se produjo una reducción de la calidad y cantidad de horas de sueño. Además, se incrementó el consumo de tranquilizantes por cuenta propia, especialmente entre enfermeras y farmacéuticos.
- Cerca del 30 % de las enfermeras había pedido la baja, durante el tiempo de la encuesta, por un tema relacionado con la COVID-19 y también alrededor del 20 % de los médicos.
- Más del 40 % de los médicos y enfermeras se sentían menos preparados física y emocionalmente ante una segunda ola. Incluso una quinta parte se planteaba dejar la profesión (algo que, en último término, no haría) o anticipar la jubilación.
- Pese al sufrimiento psíquico experimentado, la mayoría se reconocían orgullosos de su trabajo y profesionalidad en las circunstancias que les había tocado vivir. Se sentían bien valorados por sus superiores, por sus compañeros y satisfechos con lo realizado durante esa época.
Como ya apuntamos en la primera entrega de los resultados del estudio de la Fundación Galatea, estos deben ser considerados tanto a nivel individual como institucional para poner de relieve, de manera perentoria, la importancia del cuidado del cuidador. Es importante recalcar que los datos obtenidos recogen sólo las consecuencias de la primera ola de la pandemia, pero no las de las sucesivas olas y el impacto de la campaña de vacunación. Quedará también por conocer el efecto a medio y largo plazo en la salud mental de los trabajadores del ámbito de salud de las experiencias vividas durante la pandemia, si bien la evidencia científica obtenida en anteriores pandemias apunta a un esperable incremento de la prevalencia de trastornos mentales en dichos profesionales una vez finalice la epidemia.
Ojala el covid ya pase rapido, nos a impactado a todos nuestro negocios =(.
gracias,ayudo