El doctor Antoni Gual es psiquiatra, jefe de la Unidad de Adicciones del Instituto de Neurociencias del Hospital Clínic de Barcelona, Universidad de Barcelona, e investigador en IDIBAPS. Ha coordinado diversos estudios de la Unión Europea en el campo de las adicciones, además de ser investigador principal de numerosos ensayos clínicos farmacológicos en esa misma área temática. Es vicepresidente de la International Network on Brief Interventions for Alcohol Problems (INEBRIA) y ha sido presidente de la European Federation of Addiction Scientific Societies (EUFAS) y de la Sociedad Española para el Estudio del Alcohol y el Alcoholismo. Ha publicado más de 150 artículos en revistas donde se exige revisión por iguales y ha editado varios libros sobre adiciones. Gracias a su amplia y reconocida experiencia en este campo, es asesor del Departamento de Salud de la Generalitat.
¿Puede decirse que ha habido un incremento del consumo de alcohol en la población general durante la pandemia?
No. El consumo de alcohol en la población general descendió durante todo el confinamiento, con la excepción del Reino Unido. La reducción de la accesibilidad siempre comporta reducciones en el consumo de drogas. El cierre de bares y restaurantes provocó un marcado descenso del consumo, que sólo fue compensado parcialmente por el incremento de ventas en los supermercados para uso doméstico.
¿Se han observado diferencias en el patrón de consumo durante la primera y segunda ola así como en la desescalada?
Todavía no tenemos datos fiables sobre la segunda ola. En este momento los estamos recopilando. Es probable que en esa segunda ola veamos con mayor claridad un fenómeno que ya apuntaba en al primera. Las personas que están pasando por dificultades financieras no reducen sus consumos etílicos, sino que los mantienen. Dado que las dificultades financieras no han hecho más que incrementarse, esperamos observar con mayor intensidad este fenómeno durante la segunda ola. Parece claro que el estrés asociado a las dificultades económicas actúa como potenciador del consumo alcohólico.
¿Cómo ha afectado a las personas que ya tenían problemas de dependencia de alcohol?
La respuesta ha sido distinta, en función de la situación de partida. Los pacientes que estaban bebiendo al inicio de la pandemia han visto su situación notablemente agravada, al desaparecer los controles externos. Además, las consecuencias para la convivencia familiar han sido devastadoras. En aquellos que vivian solos, el deterioro ha sido mucho más rápido de lo habitual, al carecer de los controles externos antes mencionados.
Por otro lado, los pacientes que se encontraban en un proceso de recuperación han visto reforzada positivamente su evolución. Muchos de mis pacientes me han manifestado que la pandemia les ha servido para pensar lo mal que la habrían afrontado si hubiesen seguido bebiendo. En otros, la convivencia familiar intensa ha permitido acelerar la recuperación de vínculos afectivos que habían sido seriamente dañados por el alcohol.
Como responsable de un equipo asistencial orientado a las adicciones y especializado en los trastornos por uso de alcohol, ¿cómo han adaptado la provisión de servicios a las medidas de prevención y distanciamiento que se han ido exigiendo a lo largo de la pandemia?
La telemedicina ha supuesto una alternativa sumamente eficaz en estos tiempos de crisis. Nuestro hospital habilitó en una semana los servicios de videoconferencia, así como los escritorios virtuales. Eso permitió que, rápidamente, pudiésemos visitar desde nuestros propios domicilios, teniendo acceso a la historia clínica del paciente y realizando videoconferencias. En esas condiciones, la calidad de la asistencia prestada es francamente buena. Actividades presenciales, como por ejemplo los controles toxicológicos de orina, se redujeron a los más imprescindibles. En el caso de la hospitalización, mediante controles estrictos hemos conseguido mantener la sala libre de COVID-19 y, excepto las primeras semanas de la pandemia, hemos podido realizar la actividad asistencial intrahospitalaria con absoluta normalidad.
¿Cree que la atención telemática o remota puede ser una alternativa terapéutica eficaz en estas circunstancias?
Sin ninguna duda. La atención telemática ha venido para quedarse. Estamos realizando incluso terapias de grupo telemáticamente, con buena aceptación por parte de los pacientes y terapeutas. No tardaremos mucho en disponer de evidencia científica que muestre la no inferioridad de los métodos telemáticos frente a los presenciales.
En cuanto a los profesionales de la salud, ¿cree que puede haber habido un aumento del consumo de alcohol para paliar el malestar emocional?
No disponemos de datos fiables todavía, aunque se han publicado variados relatos anecdóticos al respecto. En cualquier caso, existe evidencia contrastada de que la exposición crónica al estrés genera un incremento de consumos en los bebedores.
En tal caso, ¿qué recomendaciones haría?
Obviamente los profesionales sanitarios estamos viviendo esta guerra en primera línea de fuego, y, por tanto, el estrés acumulado es importante. Si comprobamos que la situación nos empieza a superar, es deseable evitar la automedicación, especialmente las benzodiazepinas, así como el alcohol. Como siempre, la mejor recomendación es que los profesionales sanitarios cuidemos de nosotros mismos, y que no nos cueste pedir ayuda si nos sentimos desbordados.
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