El hecho de que los profesionales de la salud y, en especial, los médicos, tengan conocimiento y, además, la automedicación, es una de las razones que pueden contribuir a que, en situaciones de malestar psíquico, en lugar de solicitar ayuda a un profesional especializado, recurran a medicamentos en busca de alivio. Esta estrategia, como hemos repetido en varios posts previos, lejos de resolver el malestar, lo complica y dificulta también la solución del mismo. En ocasiones, cuando el médico acaba pidiendo ayuda no tiene un trastorno (por ejemplo: un trastorno de ansiedad) sino dos (porque se añade una dependencia a sedantes). Y la co-existencia de ambos trastornos (lo que se denomina, patología dual, cuando uno de ellos es una adicción) complica el curso y el pronóstico.
A menudo escuchamos el relato de profesionales de la salud con adicción a sustancias que comenzaron a consumir pensando que sería una estrategia breve, bien para mitigar la ansiedad o el insomnio (en el caso de medicamentos sedantes como las benzodiazepinas o los opiáceos) bien para combatir el cansancio (como cuando se recurre a estimulantes). En su mayoría, la automedicación no se hace abiertamente sino que se encubre. Pero como muchas sustancias generan dependencia y tolerancia en sujetos vulnerables, cuando se desea parar el consumo, puede ser demasiado tarde. A esto cabe añadir que incluso pueden empeorar el malestar psíquico que llevó al consumo inicialmente.
Que hay detrás de la automedicación?
En los casos más graves de trastorno mental, detrás de la automedicación también está la negación de la importancia del sufrimiento además de la falsa sensación de control que la automedicación conlleva. De alguna manera, reconocer que estamos sufriendo, que dicho sufrimiento nos desborda y que necesitamos ayuda, es asumir la propia vulnerabilidad. En ocasiones, lo razonable es parar incluso temporalmente de trabajar pues dicho malestar puede interferir, aunque sólo sea por un tiempo, con nuestra competencia profesional. Pero es sabido que entre los profesionales médicos, por ejemplo, cunde lo que los ingleses denominan “presentism”, es decir, la necesidad de seguir trabajando incluso aunque el malestar físico y/o psíquico lo desaconsejen. La automedicación, en estos casos, es un aliado “aparente” para el médico. En realidad, la experiencia nos dice que sólo facilita que el afrontamiento del malestar se demore y se complique.
Así pues, es importante, desde los estadios formativos iniciales de los profesionales de la salud, y a lo largo de su carrera profesional, recomendar que si hay una causa de malestar (físico y/o psíquico) eviten el autotratamiento y recurran a un profesional competente que les ayude (ya sea su médico de cabecera o bien otro especialista). Es garantía de que los problemas se resuelvan con más eficacia y objetividad.
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