El estigma que rodea a los trastornos mentales, especialmente cuando son graves (trastornos psicóticos, trastorno bipolar, adicciones, etc.) está aún, por desgracia, presente en la sociedad. Es esta una de las razones, entre otras, que se aducen para explicar por que los profesionales de la salud y, entre ellos, los médicos, demoran la petición de ayuda de forma reglada cuando padecen malestar psíquico o abusan de drogas y/o alcohol.
Hagamos un poco de historia. La palabra “estigma” procede etimológicamente del griego y hacía alusión, originariamente, o bien a una marca o señal (por ejemplo, de un pinchazo o picadura) pero también era una señal aplicada en la piel que permitía identificar a los sujetos de una condición social inferior o criminal. En el cristianismo pasó a dar nombre a las marcas sangrantes de Jesús crucificado y las presentaban también algunos santos, especialmente en la Edad Media, en el contexto de revelaciones. Fue, sin embargo, el sociólogo Erving Goffman quien en 1963 publicó la obra “Estigma: la identidad deteriorada” y equiparó estigma a “identidad social devaluada”. Entre los colectivos estigmatizados, se encontraban las personas con trastorno mental.
El proceso de estigmatización conlleva que esa característica distintiva implique una valoración negativa del sujeto (o del grupo al que pertenece) y, además, se produce una generalización causal “negativa” de manera que todas sus características (no sólo la “señalada”) acaban siendo valoradas negativamente lo que termina por devaluar al sujeto. El estigma conduce, finalmente, al prejuicio y la discriminación. Además, en ocasiones se interioriza de manera que no sólo hay estigma “social” sino que el sujeto puede auto-devaluarse también a sí mismo (“autoestigma”).
El estigma de los trastornos mentales en los profesionales de la salud
Por lo que respecta a los profesionales de la salud con trastorno mental grave, está documentada que esa autodevaluación propia puede motivar la ocultación de síntomas, el autotratamiento “inadecuado” y la demora en la petición de ayuda, conductas que, lejos de paliar el sufrimiento lo complican. Desde el punto de vista preventivo, es importante luchar contra el estigma asociado a los trastornos mentales en estos colectivos, empezando desde el pregrado.
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