Entrevistamos Constanza Daigre Blanco, doctora en Psiquiatría y Psicología Clínica por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), psicoterapeuta del Centro de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias (CAS) del Hospital Universitario Vall d’Hebron y profesora asociada del Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la UAB. Tiene una amplia experiencia en el abordaje psicoterapéutico individual y grupal a pacientes con adicciones, en especial en el ámbito de la sanidad pública. Además, ha dirigido varias tesis doctorales, ha participado en diversos proyectos de investigación competitivos y mantiene una prolífica actividad de publicación científica en el ámbito de las adicciones. Realiza las prácticas del Máster oficial en Psicología General Sanitaria en la Clínica Galatea.
¿Qué es la terapia sistémica?
Se trata de un enfoque psicoterapéutico integral que destaca y permite profundizar en el rol de los vínculos e interacciones sociales de las personas como parte de diferentes grupos o sistemas de referencia. Se basa en la Teoría General de Sistemas propuesta por Bertalanffy, que define a un sistema como un conjunto de elementos en interacción dinámica en el que el estado de cada elemento está determinado por la situación en la que se encuentra cada uno de los otros miembros. Por lo tanto, entendemos que las conductas de los pacientes influyen y son influidas por las interacciones con los otros miembros de los sistemas a los que pertenecen. Tradicionalmente, se identifican a la familia o al grupo laboral como sistemas de referencia.
Por otro lado, la terapia sistémica da mucha importancia a la comunicación, destacando la Teoría de la Comunicación Humana de Watzlawick, que enfatiza el rol de la comunicación en la construcción (aprehensión) de nuestras realidades y su influencia en nuestras relaciones interpersonales. También nos aclara que es imposible no comunicar, lo cual nos permite comprender, por ejemplo, que, incluso cuando una persona no participa en las actividades terapéuticas, nos está comunicando algo que debe ser entendido en su contexto.
¿Qué modo diferente de pensar los problemas que atendemos en psicoterapia propicia el modelo sistémico?
Una mirada sistémica enfatiza el rol de las interacciones de las personas con sus grupos de referencia y nos permite ampliar la mirada, para analizar, por ejemplo, el nivel de cohesión entre los miembros de una familia y los límites con otros sistemas, con el objetivo de comprender y de intervenir en dicho sistema si se considera necesario.
A diferencia de otros enfoques teóricos, no se centra en el cambio de comportamientos específicos o características intrapsíquicas, sino en las pautas de relación. Es decir, otorga más importancia a los factores de mantenimiento de ciertas rutinas disfuncionales a nivel relacional que a las causas que pueden originar los problemas a nivel individual, como pueden ser las características de personalidad o ciertos trastornos mentales.
Como herramienta diagnóstica, en la exploración clínica es clave realizar un genograma detallado. El genograma es una herramienta valiosa en el diagnóstico de la terapia familiar, ya que permite visualizar los patrones familiares, identificar factores de riesgo y protección, explorar las relaciones familiares y contextualizar el problema. Ayuda al terapeuta a obtener una visión más completa y comprensiva de la familia, lo cual es fundamental para el diseño de un plan de intervención efectivo.
Es habitual invitar a la familia a las visitas, no sólo para transmitir información sino para conocer los patrones de comportamiento que pueden estar manteniendo la situación y dificultando el cambio. Para ello, se requiere, por un lado, que los pacientes accedan a que sus familiares acudan a terapia y, por otro, que la familia también acepte formar parte de este proceso. Sin embargo, no es una condición sine qua non que la familia tenga que acudir a sesión, para tener una mirada sistémica de la situación del paciente.
¿Qué beneficios tiene la terapia sistémica frente a la terapia centrada sólo en el sujeto?
Un abordaje sistémico favorece el mantenimiento de los cambios alcanzados, ya que contempla el trabajo relacional y las características del contexto en el cual el paciente debe hacer el cambio.
Esto último me parece muy relevante, ya que, muchas veces, los pacientes hacen un trabajo personal muy intenso, pero, al reencontrarse con su grupo de referencia, tienden a reproducir patrones antiguos.
Por otro lado, la terapia sistémica puede facilitar la comunicación y apoyo entre los miembros de la familia, favorecer una mejor resolución de conflictos y reparar situaciones conflictivas pasadas. Además, favorece que los miembros del sistema, individualmente, alcancen sus objetivos vitales, teniendo en cuenta el ciclo vital de la propia familia, contemplando la necesidad de adaptación y cambios para mantener su funcionalidad.
Por ejemplo, la incorporación al mundo laboral por parte de los hijos requiere un ajuste familiar en términos de límites y jerarquía familiar. Así, el abordaje sistémico también nos recuerda que el cambio es constante y necesario para una adaptación adecuada a las diferentes etapas de la vida personal y con otros.
¿Se pueden combinar ambas terapias?
Sí, es posible. Creo que, aunque estemos trabajando individualmente, es posible mantener una mirada sistémica. Además, el trabajo personal no está reñido con un abordaje psicoterapéutico que incluya a los demás miembros del sistema. Se puede profundizar mucho a nivel individual, por ejemplo, en el manejo de las emociones o la prevención de recaídas, teniendo, al mismo tiempo, presentes las pautas relacionales del sistema o los sistemas en los que el paciente está inserto. Aprovechar los beneficios de ambos tipos de terapia permite abordar de manera más completa las necesidades del paciente.
Con respecto al abordaje integral de las adicciones, ¿qué dice la evidencia científica al respecto?
La terapia sistémica ha acumulado menor evidencia científica sobre sus beneficios en comparación con otros enfoques psicoterapéuticos, como puede ser el cognitivo conductual. Una de las limitaciones de la terapia sistémica es que, a pesar de ser frecuentemente utilizada, hay pocos estudios siguiendo la metodología científica que avalen sus resultados. Se ha planteado que el estudio de las interacciones personales en contextos diversos es metodológicamente más complejo que el análisis de características individuales. En adicciones, de manera específica, aunque hay algunos estudios publicados, no disponemos de conclusiones científicas sólidas al respecto.
Más allá del aval científico, en el ámbito del abordaje integral de las adicciones este abordaje nos permite enriquecer el tratamiento al conceptualizar la adicción no sólo como un problema individual, sino también como un problema del sistema más amplio en el que la persona adicta está inmersa. Este sistema puede incluir a la familia, a los amigos, a la comunidad y también otros contextos sociales.
Quienes realizamos un trabajo terapéutico con personas con adicciones somos muy sensibles al sufrimiento de los pacientes y de sus familias. De hecho, la gran mayoría de los abordajes contemplan la intervención no sólo con ellas sino también con otros grupos de referencia de los pacientes. Aun así, no todos los abordajes con familias se encuadran en el modelo sistémico, ya que el foco puede seguir puesto en la búsqueda de responsabilidades individuales y no en el cambio del sistema completo.
En el sistema público, a pesar de las frecuentes limitaciones de tiempo, es posible incluir esta mirada. En realidad, creo que depende más de la formación de los terapeutas que de los recursos disponibles. Por ejemplo, en el CAS de Vall d’Hebron hemos incorporado el análisis sistémico a la hora de valorar los casos, junto con el diagnóstico más tradicional y el abordaje motivacional.
Incorporamos un trabajo terapéutico con los familiares a nivel grupal y también se realizan visitas familiares con frecuencia. Desde mi punto de vista, es un abordaje que nos posiciona a los psicólogos, también, como parte del sistema terapéutico y nos sirve como una herramienta que procura el bienestar de los pacientes, sus familias y demás grupos de referencia.
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