Entrevistamos al doctor Óscar Soto Angona
Óscar Soto Angona es psiquiatra e investigador en el Hospital Universitario Vall d’Hebron y el Instituto de Investigación Vall d’Hebron, donde centra su labor en el desarrollo de nuevos tratamientos para el trastorno depresivo en el marco de una beca Río Hortega del Instituto de Salud Carlos III. También es candidato doctoral por la Universitat Autònoma de Barcelona, con un proyecto sobre la relación entre los estados subjetivos inducidos por los psicodélicos y su eficacia clínica.
Tiene formación en terapia asistida con MDMA y experiencia en psicoterapia asistida con ketamina, y participa en diversos ensayos clínicos, entre los que destaca su labor como terapeuta utilizando MDMA para el estrés postraumático, y con psilocibina y 5-Meo-DMT para la depresión resistente al tratamiento.
¿Cuáles son los principales rasgos definitorios de una experiencia para denominarla “psicodélica”?
El término “psicodélico” fue acuñado por el psiquiatra Humphrey Osmond, y significa “revelador de la mente”. En ese sentido, se utiliza para definir un amplio abanico de sustancias con mecanismos de acción diferentes, que comparten la capacidad de inducir un estado mental alterado o expandido, en el que se pueden dar experiencias muy variadas, en ocasiones indescriptibles o inefables, y que varían mucho entre personas y en función del contexto en el que tienen lugar.
Con frecuencia, estos estados incluyen experiencias místicas y de disolución del ego, así como sinestesia, aumento de la carga emocional, y un acrecentamiento de la capacidad de dar significado a experiencias presentes o pasadas.
¿Cuál es la historia del uso de las principales drogas psicodélicas? ¿Qué función han cumplido en diferentes culturas?
Los estados alterados de conciencia se conocen por la humanidad desde hace miles de años, y han sido utilizados con finalidad espiritual y terapéutica por muchas culturas. Hay evidencia histórica del uso de varias sustancias para alcanzar dichos estados en casi todas las regiones del mundo.
Si bien la prueba más antigua tiene 7.000 años y se encuentra en Argelia, en España no andamos a la zaga, pues hay pinturas rupestres de 6.000 años de antigüedad de lo que se consideran hongos del género psilocybe. En Grecia, los misterios de Eleusis incorporaban el uso de una bebida alucinógena, probablemente elaborada a partir del ergot (la misma levadura de la que procede el LSD), empleada para inducir experiencias visionarias y proféticas. Las culturas chamánicas en Siberia utilizaban la seta amanita muscaria, mientras que el uso de la planta iboga está documentado en varias regiones de África. En Norteamérica y Mesoamérica el cactus peyote (que contiene mescalina) está ampliamente extendido en diferentes culturas, como la de los huicholes o los yaquis, mientras que los mayas y aztecas conocían los hongos del género psilocybe antes de la llegada de los conquistadores, y el uso de la ayahuasca está extendido por la práctica totalidad del Amazonas.
Por otro lado, hay sustancias psicodélicas cuyo descubrimiento data del siglo XX, como el MDMA o el LSD, que requieren una síntesis química.
¿Desde cuándo comenzó a estudiarse el potencial terapéutico de las drogas psicodélicas? ¿Cuáles han suscitado mayor interés hasta la fecha?
Pese al amplio uso y conocimiento que existía en relación con estas sustancias en el marco de las culturas originarias, la ciencia moderna no contempló su utilidad hasta el siglo XX. Si bien Arthur Hefteres es el responsable de obtener la primera sustancia psicodélica sintética en 1897 (la mescalina), no fue hasta la síntesis y descubrimiento del LSD por parte de Albert Hoffman, en los años 40, que comenzó a explorarse su potencial terapéutico por parte de la Medicina y la Psiquiatría occidentales, dando lugar a varias décadas de febril investigación.
El LSD llegó a ser la molécula con más ensayos y proyectos de investigación en marcha a nivel mundial. Por desgracia, Richard Nixon ilegalizó estas sustancias en los años 70 en el marco de su “War onDrugs”. Afortunadamente, la abrumadora evidencia sobre su utilidad ha permitido que se retome la investigación en los últimos veinte años, con un interés creciente y un aumento exponencial de los ensayos clínicos y trabajos de investigación.
Actualmente, la sustancia más estudiada es la psilocibina, el principio activo presente en los hongos del género psilocybe. Los ensayos clínicos actuales avalan su posible comercialización a finales de esta década como tratamiento para distintos tipos de depresión, y posiblemente para la anorexia, el TOC, la ansiedad, y diversas adicciones, como el tabaquismo o el alcoholismo.
Por otro lado, el MDMA ha mostrado una eficacia muy elevada para el tratamiento del estrés postraumático, y es posible que veamos su comercialización en los próximos dos o tres años. Finalmente, hay otros compuestos que están siendo investigados, como la ayahuasca o el 5-Meo-DMT.
Finalmente, la ketamina, un anestésico legal de amplio uso, tiene propiedades psicodélicas y ya está siendo utilizado como tal en clínicas en Estados Unidos y de manera incipiente en Europa. Uno de sus componentes racémicos, la esketamina, ha sido comercializado por la farmacéutica Janssen como el primer tratamiento de la historia con la indicación específica para la depresión resistente.
Se postula que algunas drogas psicodélicas pueden tener efectos beneficiosos en el abordaje de trastornos mentales tan dispares como la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo o los trastornos alimentarios. ¿A qué puede deberse?
El modo de acción de estas sustancias resulta muy interesante porque nos permite explorar algunas hipótesis sobre la génesis de estas enfermedades. La mayoría de ellas actúan fundamentalmente sobre el receptor 5HT2a de la serotonina, dando lugar a distintas acciones: por un lado, provocan una modulación de la inflamación y un incremento en la neurogénesis, y por el otro, afectan a distintas redes neuronales, “relajando” creencias rígidas sobre uno mismo y los demás, y posibilitando el aprendizaje de nuevas habilidades y la adquisición de perspectivas diferentes. También aumentan la neuroplasticidad.
Finalmente, la propia experiencia subjetiva tiene un valor fundamental que parece actuar de manera sinérgica con la psicoterapia. No está claro si cada uno de estos mecanismos actúa de manera independiente, o si son efectos de un mismo factor subyacente.
¿En qué trastornos mentales o situaciones estaría contraindicado su uso?
Debido a esta “relajación” de las creencias y a este aumento en la capacidad de dar significado a eventos internos y externos en el sujeto, se ha considerado tradicionalmente que los pacientes con riesgo de desarrollar trastornos del espectro psicótico y bipolar deben evitar este tipo de sustancias, y probablemente también sea el caso en el trastorno límite de personalidad.
No obstante, no disponemos de evidencia suficiente que respalde esta hipótesis ya que, debido a este supuesto riesgo, estos perfiles son excluidos de la mayoría de los ensayos clínicos.
¿Podría decirse que son capaces de provocar químicamente, de manera rápida, experiencias de alteración del estado de conciencia que, hasta la fecha, eran, mayoritariamente, el resultado de procesos ascéticos o de caminos espirituales más lentos, pero más duraderos y sólidos en el proceso de maduración personal?
Los psicodélicos han sido considerados en ocasiones como un “atajo espiritual”, y la evidencia muestra que los estados que inducen son muy similares a los que se pueden obtener mediante técnicas de respiración, deprivación sensorial, ayuno, o a través de experiencias sexuales, entre otras. Probablemente, el mecanismo subyacente sea el mismo, y cumpla la función evolutiva de desencadenar un estado de gran plasticidad y cambio para poder solucionar situaciones de elevado estrés.
En conjunto, considero que los psicodélicos pueden ser herramientas muy útiles en el proceso espiritual y de crecimiento personal, complementarias a otras como la meditación. De hecho, hay varios estudios que muestran una marcada sinergia entre el uso de psicodélicos y las prácticas contemplativas como el mindfulness.
Personalmente, me fascina cómo varias corrientes filosóficas, como el budismo, el existencialismo, o la fenomenología, describen vivencias y estados muy congruentes con lo que se experimenta al tomar una sustancia psicodélica.
¿Cuáles son las condiciones experimentales en que se administra la sustancia? ¿Qué papel juega el terapeuta?
Es crucial tener presente que los efectos que provocan varían enormemente en función de la preparación y estado mental del participante (set), y del contexto en que se toman (setting). Por ello, es fundamental que la administración tenga lugar en un lugar seguro y agradable, y que el acompañamiento lo realice un terapeuta experimentado. La experiencia psicodélica puede ser compleja y, en ocasiones, provoca estados emocionales negativos o desagradables.
El rol del terapeuta pasa por sostener a la persona en su proceso, de tal forma que pueda transitar por este estado en un contexto seguro, y aprender de él. También es muy importante que la preparación previa dote al participante de herramientas para navegar estos estados, así como la integración posterior de la experiencia dentro de su vida habitual y su proceso psicoterapéutico.
Administrar un psicodélico sin un acompañamiento psicoterapéutico adecuado no sólo disminuye su eficacia, sino que puede ser peligroso y aumenta el riesgo de aparición de efectos negativos. Es muy interesante el papel que juega la incorporación de la música durante la administración, pues ayuda a dar formar y estructurar la experiencia, y facilita la aparición de algunos de los estados emocionales pretendidos.
¿Qué riesgo tiene el uso de sustancias psicodélicas sin la adecuada supervisión o acompañamiento?
Dado que el estado psicodélico aumenta la vulnerabilidad a estímulos e incrementa la capacidad de dar significado a elementos del entorno, tomarlos sin una supervisión o preparación adecuadas puede provocar la aparición de creencias negativas o la aparición de experiencias difíciles que, sin una adecuada integración, pueden vivirse como traumáticas. En casos extremos y en personas predispuestas, podría desencadenar un cuadro psicótico.
Afortunadamente, el riesgo disminuye sustancialmente si el contexto y la supervisión son adecuados, de tal forma que no se ha reportado ningún efecto severo en los ensayos clínicos realizados hasta la fecha.
¿Qué ensayos clínicos hay en marcha en España en la actualidad con este tipo de sustancias?
Actualmente, en España hay varios ensayos clínicos a punto de comenzar. En octubre dará inicio un ensayo clínico que evaluará la efectividad del MDMA para tratar el estrés postraumático, y en 2023 comenzaremos dos en los que se investigará el uso de psilocibina para la depresión resistente, y el 5-Meo-DMT con la misma indicación. Además, contamos con un elenco de investigadores independientes que están realizando una labor muy valiosa fuera del paradigma de los ensayos clínicos.
Destacaría el que está llevando a cabo la fundación ICEERS, que explora el uso de ibogaína para la deshabituación de metadona, y el que está desarrollando la Fundación BeckleyMed para investigar el uso de ayahuasca en la prevención del duelo complicado.
Hola. Sufro de addicion. Mi sustancia de referencia es la cocaina y aunque consigo mantenerme limpio he oido que los psilocybines se pueden usar en el tratamiento de las adiciones y me gustaria saber si hay en marcha algun tipo de investigacion e en la q podria participar como voluntario o alguna clinica donde hagan este tipo de tratamientos?. Muchisimas gracias.
Hola! Como podría ponerme en contacto con el Doctor Óscar Soto Angona? Gracias!
Hola Nacho,
Para ponerte en contacto con el Dr. Soto puedes llamar al Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona, y te indicaran la mejor forma de contactar con él.
Clínica Galatea