Puede asumirse que la prevalencia de trastornos adictivos en el colectivo médico es, en principio, equiparable a la de la población general, y se estima entre un 10-14 %. En el caso de las sustancias a las que pueden acceder con mayor facilidad por la posibilidad de auto-prescribirse (sedantes, hipnóticos, opiáceos y estimulantes), la prevalencia puede incluso ser mayor.
En un post anterior, recalcábamos la importancia de la petición de ayuda temprana como ingrediente fundamental para coadyuvar a una mejor evolución y pronóstico del cuadro. Aunque los médicos y las médicas tienen dificultades para pedir ayuda cuando padecen un trastorno mental, esta resistencia se acrecienta cuando se trata de una adicción.
No obstante, los programas especiales para médicos destacan en el panorama internacional como una alternativa terapéutica cuando éstos se deciden a pedir ayuda, y entre el 70-80 % de los pacientes atendidos llegan a mantenerse abstinentes. Se han publicado recientemente resultados similares en cuanto a la efectividad del tratamiento en relación con el Programa de Adicciones Galatea para médicos también destinado, en Cataluña, a otros profesionales de la salud.
Los ingredientes que pueden explicar el éxito de dichos programas, comparados con otras intervenciones en adicciones, han sido postulados por algunos autores como Robert Du Pont, hasta el punto de plantear un nuevo paradigma para la recuperación a largo plazo que no sólo atañería a los programas para médicos sino del que podrían beneficiarse otras poblaciones.
Tres factores resultan sobresalientes, en este sentido:
- Garantizar un seguimiento a largo plazo (meses o años en lugar de semanas).
- Supervisar la abstinencia con controles toxicológicos durante el seguimiento.
- Trazar un plan de contingencia que incluya consecuencias derivadas del consumo: en el caso de los profesionales de la salud, la abstinencia sostenida permite volver al entorno laboral.
En concreto, consideramos algunos elementos claves a la hora de facilitar la petición voluntaria de ayuda y conseguir los altos índices de abstinencia obtenidos en los programas especializados en el tratamiento a médicos con adicciones:
- Fácil accesibilidad al programa y tratamiento altamente confidencial.
- Enfoque individualizado de cada caso.
- Garantías éticas durante todo el proceso.
- Entorno de tratamiento altamente especializado.
- Tratamiento intensivo inicial.
- Monitorización y seguimiento estrecho a medio-largo plazo.
- Control toxicológico mantenido en el tiempo (2-5 años).
- Grupos de apoyo o psicoterapia grupal a lo largo del seguimiento.
- Colaboración con la familia.
- Supervisión y apoyo en la vuelta al trabajo.
- Plan de contingencia en caso de recaídas.
Más allá de la evidencia científica que respalda los beneficios de la intervención terapéutica en médicos con adicciones, no se puede dejar de subrayar la importancia de la prevención. Las intervenciones, en este sentido, deberían iniciarse en el pregrado y mantenerse a lo largo de la carrera profesional, intensificarse en períodos transicionales de mayor exigencia (como, por ejemplo, durante la residencia), incluir advertencias sobre los riesgos de la auto-prescripción y favorecer un cambio en la cultura del “buen médico / buena médica” que no ignore el autocuidado sino que acabe convirtiéndolo en uno de los ejes centrales de la excelencia profesional.
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