La espiritualidad tiende a considerarse como la dimensión más esencial del ser humano, o a relacionarse con aspectos inmateriales de la existencia, como nuestra capacidad de amar o de tener compasión o de sacar fuerzas de lo más profundo de nosotros mismos. También se asocia con la trascendencia, con la esperanza, con la inspiración, con el propósito y con el sentido de la vida y con el sentido último de todas las cosas.