Entrevistamos hoy a Eva Gausachs, directora de enfermería de la Clínica Galatea, con motivo del Día Internacional de las Enfermeras, que se celebra cada 12 de mayo
Desde su punto de vista, ¿cuál es el mensaje que tendría que llegar a la población general este día?
Hoy, en el Día Internacional de las Enfermeras y los Enfermeros, seguro que podremos acceder a muchos artículos de opinión al respecto, que aportan diferentes miradas que traducen diferencias formas de entender la profesión. Quizás no es necesario intentar sorprender con nuevas narrativas, sino rescatar exposiciones brillantes de compañeras enfermeras, como Carme Espinosa Fresnedo (presidenta electa de la North American Nursing Diagnosis Association, NANDA), cuando dice “que las palabras nos sirven para explicar nuestro mundo y para conocer el mundo que nos rodea”.
Pero hoy, como directora de enfermería de la Clínica Galatea, debo tener un recuerdo especial para cuando las enfermeras “nos rompemos», porque los profesionales de la salud también necesitamos ser ayudados. Por este motivo, la Clínica Galatea intenta ofrecer un espacio seguro, equilibrado y compasivo para que las personas atendidas experimenten el sufrimiento, pero también se permitan experimentar la alegría. Quiero transmitir que es un espacio donde, si necesitamos ayudar, podremos trabajar con el corazón abierto y con relaciones no jerárquicas, pero con límites sabios.
Personalmente, el paso por la Clínica Galatea, como profesional de la salud mental, me ha permitido ver de cerca la ruptura del compañero o compañera y también repensar la forma en que tratamos la angustia mental y emocional grave.
¿Las palabras importan?
El lenguaje nos identifica y forma parte de nuestra identidad como personas, también como un grupo profesional. Es evidente que, para mí, desde el punto de vista personal, es de vital importancia el uso adecuado de las palabras, porque he visto y he sufrido cómo, en diferentes momentos, la forma de hablar de las enfermeras y de nuestra profesión hecho mucho daño.
La esencia de nuestra disciplina recae en la palabra cuidado y parece que no acabamos de creer que lo que hacemos, cuidar, es complejo, es difícil, es único y es sagrado.
Las enfermeras de salud mental somos muy conscientes del poder que tiene la palabra, herramienta básica para establecer una relación terapéutica. Tenemos la certeza de que nuestras palabras curan y cuidan, influyen en el estado del ánimo del otro y contribuyen al desarrollo de las capacidades, es decir, en la salud.
¿Qué aporta el acompañamiento de enfermería al plan terapéutico del enfermo?
Las enfermeras (y enfermeros) tenemos mucha experiencia en ayudar a las personas a apoderarse, a tomar las riendas de sus vidas a pesar de los problemas a los que se enfrentan o con los que deben convivir. Ayudamos a las personas a recuperar sus historias para identificar aquellas cuestiones que les impiden desarrollar con plenitud su propia vida. El concepto de que somos seres multidimensionales, un todo indivisible, es una realidad con la que en mayor o menor medida conectamos a todos los lectores de estas palabras. Nuestra salud física está directamente vinculada a nuestra salud mental y nuestra salud mental y emocional está íntimamente relacionada con la física. Somos un todo y formamos parte de una red de conexiones y de relaciones intra-, inter- y transpersonales.
¿Qué quiere decir para usted autocuidado o cuidado de uno mismo?
El autocuidado engloba principios éticos, filosóficos, existenciales y espirituales. Debemos reflexionar sobre cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás, con el entorno y la naturaleza. Por tanto, nos invita a estar atentos. Quizás uno de los propósitos más humildes, poderosos y autoexigentes que podemos tener como enfermeras es dotar de propósito y sentido todos los días de la semana.
La gente que me rodea sabe que soy una defensora de los pequeños detalles y, por tanto, intento renovar cada mañana cuando sale el sol mi compromiso vivo. Cada nuevo día es una nueva oportunidad para practicar la voluntad, la constancia y la plena atención con amor, compasión y aceptación. Junto con el vínculo y la conexión con la naturaleza, lo más destacado de estos últimos tiempos vividos por la pandemia ha sido la apreciación del valor de las relaciones personales significativas, así como el profundo agradecimiento por el don de amar y ser amados.
¿Cómo enlazaría este concepto de cuidado de uno mismo con la identidad de la enfermera?
Las enfermeras acostumbramos a iniciar un diálogo con un “yo soy enfermera”, palabras que nos identifican y afirman. Señalamos la zona del corazón para expresar “yo soy”, pero vivimos identificados con la mente, con el pensamiento, lejos del corazón, lejos del ser.
Hoy querría aprovechar para recordar a todas las enfermeras y lectores que puedan acompañarnos que el corazón es el espacio interior de calma, silencio y quietud, donde verdaderamente estamos y donde todo está. El corazón es el lugar al que volvemos cuando nos oímos llenos de ruido interior y exterior, cuando todo parece confundido, agitado, apresurado. El corazón nos hace ser instrumentos de paz, ser genuinos, ser silenciosos, ser discretos, volver a la simplicidad, volver a la esencia, volver a la fuente de vida, volver a la libertad, volver al ser. Recordemos que sólo podremos comprender a los demás y su realidad si miramos su mundo por su ventana.
La empatía forma tanto parte de nuestro discurso cotidiano que tenemos tendencia a olvidar la complejidad del proceso. En nuestro día a día, las enfermeras tenemos tanta prisa que cuando caminamos mantenemos la mirada en el suelo y nos olvidamos de levantar los ojos y mirar al cielo. Semana tras semana se nos pasa el tiempo, sin ser conscientes de cómo nuestras rutinas afectan a nuestra salud y nuestro bienestar.
En estos momentos, ¿cuál considera que es el mayor reto para las enfermeras?
Me parece de vital importancia finalizar esta entrevista transmitiendo una experiencia concreta: la ilusión y la esperanza que comporta nuestro proyecto de la Clínica Galatea, puesto que se ha aumentado la dotación del equipo enfermero. Una línea clave del nuevo plan estratégico es renovar nuestras funciones y responsabilidades.
Seguro que es momento de empezar a comprender, de empezar a encarnar el verdadero significado de vivir el momento presente con conciencia, sentido, propósito y profundidad.
Que finalicemos el Día Internacional de las Enfermeras siendo capaces de poder vernos en el otro, de despertar sentimientos de calidez, gratitud, conexión y unidad allí donde nos encontramos como colectivo profesional. Que recordemos que la necesidad universal de amor justamente es nuestro anillamiento y la amabilidad, la habilidad de amar. Que esta reflexión personal os ayude a extraer cómo cuidarnos y cómo cuidar la profesión. El mayor tesoro del mundo es compartir la vida con las personas que amamos, que respetamos, que admiramos. Yo no sería quien soy sin tener una palabra de agradecimiento a todas las compañeras enfermeras que me han acompañado a lo largo de mi trayectoria profesional. Y si estas palabras no sirven para mejorar nuestras relaciones como enfermeras, nuestro entorno… deberemos buscar otras palabras.
¡Feliz Día Internacional de las Enfermeras!
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