Guillem Feixas Viaplana es catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona (UB). Imparte docencia de licenciatura/grado en las temáticas de psicología clínica e intervención familiar sistémica. A nivel de posgrado, además de participar en la docencia del departamento en sus másteres oficiales, dirige el Máster en Terapia Cognitivo Social, el Máster en Intervención Psicológica en los Trastornos de la Conducta Alimentaria y Obesidad, el Posgrado en Hipnosis Clínica y el Máster en Terapia Sexual y de Pareja (todos en la UB). Ha publicado una decena de libros y más de cien artículos. Asimismo, ha impartido un gran número de ponencias en congresos científicos nacionales e internacionales y mantiene una intensa actividad investigadora.
Aunque a lo largo de su trayectoria profesional se ha formado en distintos modelos terapéuticos y colabora con el movimiento integrativo en psicoterapia, suele ser considerado un referente nacional e internacional sobre constructivismo, así como en la Teoría de los Constructos Personales. Una de sus principales aportaciones a la investigación en psicología ha sido el desarrollo de la Técnica de Rejilla (formulada originalmente por George Kelly) a través la creación del programa RECORD (www.tecnicaderejilla.net).
Desde su perspectiva de catedrático en la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona, ¿cómo está viviendo la epidemia por el virus SARS-CoV-2?
Como profesores que disfrutamos y nos hemos especializado en la docencia presencial, nos hemos adaptado y transformado en profesores online, con todo lo que ello supone de trabajo extra pero también de algunos cambios positivos. Entre ellos, destaca poder continuar nuestra actividad docente y el contacto formativo con los alumnos en estas condiciones tan especiales. A nivel personal, añoro el ejercicio físico al aire libre, que está permitido, en cambio, otros países. Creo que su ausencia puede tener consecuencias negativas en la salud mental y física de la población (al menos, en mi caso, seguro).
Como experto en la Terapia de los Constructos Personales, ¿podría explicarnos en qué consiste?
Es un enfoque que privilegia las construcciones de la realidad que hacen quienes nos consultan (yo, los otros, mis síntomas, mi problema) frente a los constructos teóricos (por ej. “creencia irracional”, “extroversión”, impulsividad”, “tendencia paranoide”, “ansiedad”, “depresión”, “psicosis” y otras etiquetas diagnósticas) que emplean otras aproximaciones psicoterapéuticas. La Terapia de los Constructos Personales considera que nuestras acciones (incluidos los síntomas que a la propia persona le parecen inapropiados) tienen un sentido derivado de la forma en la que la persona ha ido construyendo su realidad, y el objetivo de la terapia es poder reconstruir tales significados, privilegiando los que tienen relación con el propio sentido de identidad personal.
En ese modelo, ¿cómo encaja su propuesta de los dilemas psicológicos (o “implicativos”, como suelen denominarse)?
El sistema de constructos, que se va gestando a medida que damos significado a la experiencia, no suele configurarse como un todo lógico y coherente. Al contrario, suele albergar conflictos internos y contradicciones que pueden dificultar las vivencias del sujeto y la toma de decisiones. En este enfoque, “los dilemas implicativos” se entienden como un tipo de conflicto cognitivo en el que el síntoma se asocia a dimensiones positivas de la construcción del sí mismo.
Por ejemplo, el cambio que el paciente desea que tenga lugar en un determinado constructo (por ej. dejar de ser “depresivo” para ser una persona “feliz”) implicaría para esa persona, teniendo en cuenta que sus constructos son interdependientes, un cambio no deseado en otro constructo asociado a características positivas de la propia identidad (por ej. dejar de ser una persona “generosa” para convertirse en alguien “egoísta”). Cuando ocurre este conflicto (o dilema “implicativo”) entendemos que el cambio se puede ver bloqueado, lo que permite explicar, por ejemplo, tanto la instauración de un cuadro clínico como la resistencia a los efectos del tratamiento o las dificultades para el cambio.
Cuando se habla de dilemas, la mayoría piensa en dilemas morales. El concepto de dilemas psicológicos, ¿los engloba o se refieren a cuestiones diferentes?
En nuestros estudios con la técnica de rejilla (orientada a evaluar los constructos de una persona), especialmente con pacientes diagnosticados por depresión, encontramos que no todos sus constructos reflejan una baja autoestima, aunque algunos muestran una discrepancia entre cómo se ven ahora (por ej. “triste”) y su “yo ideal”, si bien esto no es generalizado. Muchos de los conflictos entre cómo se ve el paciente y cómo le gustaría ser suelen ser de carácter moral (por ej. “buena persona” vs. “mala persona”, “se preocupa por los demás” vs. “sólo piensa en sí mismo”). Por tanto, aunque los dilemas conocidos como morales o éticos pueden hacer referencia a dilemas implicativos, no son exactamente lo mismo, puesto que estos últimos engloban más dimensiones de las personas.
Recientemente, su grupo de investigación, en colaboración con la Clínica Galatea, publicó un estudio en el que se analizaban los constructos personales de profesionales de la salud con problemas adictivos. ¿Cuáles son los principales hallazgos de dicho estudio?
En estos profesionales, empleando la técnica de la rejilla, encontramos que la mayoría presentaban al menos un dilema implicativo, resultado coincidente con otras muestras clínicas. Además, quienes tenían más dilemas presentaban mayores puntuaciones de burnout y de ansiedad que los profesionales sin ellos. Según lo esperado, la discrepancia entre el “yo actual” y el “yo ideal” era mayor entre profesionales de la salud que en un grupo control de muestra comunitaria (apareada por sexo y edad). Todo ello sugiere la relevancia de incluir el trabajo con sus constructos a la hora de proporcionarles asistencia psicoterapéutica.
Desde el punto de vista de los dilemas “implicativos”, ¿por qué cree que los profesionales de la salud tienden a privilegiar el cuidado de los demás por encima del propio?
No podemos generalizar, pero hay profesionales que pueden construir algunas situaciones con la disyuntiva que ofrece el constructo “cuidar a los demás” vs. “cuidarme/ protegerme yo”. Pero como unos constructos siempre están conectados con otros (lo que nos permite entender el significado que tiene cada curso de acción), puede pasar que el primer polo (cuidar a los demás) esté asociado a ser una persona “generosa”, un profesional “responsable” o “efectivo”. Y eso conlleva que el segundo polo (cuidarse) también esté conectado con sus opuestos: “egoísta”, “irresponsable” o “inefectivo”. Ante este conflicto, la disyuntiva se resuelve en aras de mantener un sentido de identidad aceptable, como persona “generosa” y profesional “responsable”, privilegiando el cuidar a los demás en detrimento de a uno mismo. Es difícil que estos profesionales estén dispuestos a cuidarse si no se reestructura ese esquema de significados, empezando por entender que cuidarse a una mismo es una manera de estar real y efectivamente disponible para ayudar a los demás, o sea, que el conflicto o dilema de partida era parte del problema, como lo son también las implicaciones negativas (y el significado inaceptable para la persona-profesional) de cuidarse a sí mismo.
La opinión pública ha sido prácticamente unánime en el reconocimiento de la labor del personal sanitario, llegando a subrayar su condición de héroes. ¿Qué piensa al respecto? ¿Cree que dicha consideración puede ayudarles a gestionar emocionalmente mejor lo ocurrido?
Más que lo que yo piense, es oportuno escuchar lo que dicen estos profesionales. A partir de lo que han ido expresando través de los medios de comunicación, me quedan claras dos cosas. La primera es que el apoyo social cuenta en situaciones de estrés, y, en este caso, el reconocimiento generalizado y constante, cada día a las 20h., además de justo y necesario, ayuda a afrontar situaciones de estrés. También quienes no estamos en primera línea de atención necesitamos expresar nuestro agradecimiento.
En segundo lugar, muchos insisten en que el reconocimiento no se debe limitar a los aplausos o las palabras amables, sino que deben seguirse de acciones concretas que palien la falta de recursos de la sanidad y la investigación, un mal que lleva años cronificándose y que debería comenzar a revertirse. De algún modo, el reconocimiento social se debería acabar traduciendo en un aumento sustancial de recursos y no quedarse en meras palabras como “héroes”.
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